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UN MONUMENTO HISTÓRICO,¿IMPRESCINDIBLE PARA LA HISTORIA? | Foto Relato - México


Tecali de Herrera es un municipio en el estado de Puebla, en México. Tecali, que fue un pueblo prehispánico, en náhuatl significa “Casa de Piedra,” pues tiene una inmensa riqueza de ónix y mármol. Así mismo, Tecali es un lugar turístico por la amplia cantidad de artesanías, decoraciones y demás que provienen del ónix y mármol.


Sin embargo, existe también riqueza histórica en el Ex Convento de Tecali, un monumento del siglo XVI. Este convento, construido por la orden Franciscana, se construyó estratégicamente en esta locación por tener una vasta población de comunidades indígenas alrededor. Lo que en su momento fue una iglesia y claustro, hoy es un imponente recuerdo histórico en ruinas.


Nosotros íbamos una tarde de turistas a ver artesanías de mármol y ónix, cuando explorando, nos encontramos con este exconvento que, por cierto, es Patrimonio Cultural de Puebla y México. Nos costó apenas $45 pesos entrar a verlo, donde no se nos revisaron ni las bolsas ni mochilas, una clara señal de la poca seguridad que existe y que, después, se refleja en la cantidad de basura alrededor del monumento y en los vandalismos expuestos en las paredes.


Primero, se quedaron las puertas de madera ya siempre medio abiertas, pues una de ellas se cayó; reflejo de la edad de la madera e, intuyo yo, tal vez un reflejo del daño del sismo del año 2017. No cabe duda de que hoy no se puede uno imaginar un mejor techo para este convento que el cielo mismo, pues el azul y blanco (o gris de un día nublado) le regalan color a la arquitectura renacentista simétrica del monumento. Los arcos, las paredes de piedra, y las columnas de este edificio, te hacen viajar a través de la historia. Pero nunca mejor dicho, con los pies bien puestos sobre la tierra. La naturaleza, una vez más, ha podido vencer el trabajo humano y hoy el ex convento tiene un piso de pasto verde y flores entre los ladrillos más altos del edificio. Las ventanas carecen de cristales y los jardines crean una yuxtaposición entre colores vívidos de la naturaleza, y colores grisáceos de la historia.


La luz natural te permite apreciar el paso de los años en los colores de las piedras, pero también crea sombras simétricas imposibles de no admirar. Encima de las sombras, los pájaros pasan a lo largo del día y sus cantos crean ecos en la acústica de este edificio. Visitarlo nos creó un espacio de reflexión y admiración, pues tampoco es un sitio tan recurrido y, en días lluviosos, por alguna extraña razón espanta a los turistas. Pero, para nuestra sorpresa, unas gotas de lluvia sólo le agregaron más colores a este pintoresco lugar.


A este monumento histórico le falta el cuidado y el respeto por parte del estado y de la población. La preservación de lugares como este es lo que le regala a México tanta cultura e historia, y por ende este exconvento necesita el mismo cuidado y admiración que uno siente al caminar por su laberíntica y hermosa arquitectura.


Imágenes y texto: Paula Tece


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