OTOĆO EN EL CERRO EL ROBLE | Chile
- PAISAJEO.ORG
- 8 mar 2017
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 14 feb 2020
Tan solo a una horas de la ciudad Santiago, compartiendo lĆmites entre la región Metropolitana y de ValparaĆso, se localizado el imponente cerro El Roble. La concurrida montaƱa con 2.222 msnm en su punto mĆ”ximo, es la cuarta cumbre mĆ”s alta de la Cordillera de la Costa, recibiendo su nombre por bosque de roble que se extiende a lo largo de su territorio.

El cerro es el primer punto geogrĆ”fico al norte de Chile donde habita el roble de Santiago o Blanco (nothophagus macrocarpa). Esta especie es endĆ©mica de Chile y su estado de conservación es vulnerable. Alcanza una altura de hasta 25 metros, su tronco es delgado, la corteza grisĆ”cea y las hojas caducifolias, con tonos que varĆan desde los verdes en primavera, hasta intensos rojos en Ć©poca de otoƱo. Se localizan principalmente en montaƱas y sectores rocosos con sombra, en laderas con orientación sur.

Dependiendo el grado de dificultad y tiempo disponible, existen varias rutas para llegar hasta la cumbre del cerro, con opciones que van desdĆ©s unas pocas horas de recorrido, hasta los dos dĆas por la ruta quebrada de Alvarado.

La mayorĆa de las personas optan por el trayecto de cuatro horas que parte desde la pequeƱa aldea de Caleu localizada a los pies del Cerro, por tratarse de un sendero de baja dificultad, pendiente constante y amplias dimensiones, que fue construido tiempo atrĆ”s para llegar al antiguo observatorio de la Universidad de Chile, localizado en la cumbre de este lugar.

El acenso depara una agradable excursión, entre bosques y arroyuelos, cruzando por minas abandonadas, antiguos lavaderos de oro y reductos arqueológicos. A poco metros de iniciar el recorrido los imponentes robles con sus color rojizos ya empiezan a hacerse notar; el aire puro, las diversas tonalidades, el clima y el sonido de las aves enmarcan el camino. A medida que se asciende, el bosque se vuelve mÔs tupido y se abren algunos espacios entre los Ôrboles, como pequeñas ventanas que enmarcan el paisaje.

Luego de una hora de recorrido desde al fondo de una curva que hace las veces de mirador, se puede observar un juego de planos cercanos y lejanos, con diversas tonalidades de azul, que debelan las cumbres de los cerros circundantes, lugar en el que vale la pena permanecer por unos minutos a contemplar su belleza. Casi llegando a la parte mÔs alta, se divisa un pequeño monte, llamado "ImÔn", en el que se puede apreciar la diferencia entre la frondosa vegetación que crece en la ladera oriental, comparada con la de la occidental.

Finalmente despuĆ©s de caminar aproximadamente cuatro horas se llega a la cima del cerro para contemplar el maravilloso paisaje, que merece totalmente el esfuerzo realizado. Desde este lugar se logra comprender la geografĆa del territorio, llegando a identificar el Cerro La Campana al norte, el cerro El Plomo, el Juncal y el Monte Aconcagua hacia el oriente, ademĆ”s de los valles que reciben el mismo nombre, asĆ como el Til Til y OlmĆŗe.

Si el clima lo permite y el cielo esta despejado, se llega a observar en la lejanĆa el ocĆ©ano Pacifico, hacia el occidente, obteniendo asĆ una vista transversal desde la Cordillera de Los Andes, con sus imponentes cumbres, hasta las extensas aguas del PacĆfico, que ponen en evidencia lo largo pero angosto que es este paĆs.

Texto e imÔgenes: Carlos Lince ©




